Nunca imaginé que escribiría esto:
"Existen dos tipos de aprendizaje: el superficial y el profundo. Y hay varios estilos para aprender; unos prefieren aprender viendo o escuchando; otros, haciendo. Practicar lo que se sabe te permitirá comprender mejor lo que lees, estudias o escuchas en clase. El punto es: ¿Vas a aprovechar el gran potencial que tiene tu cerebro o lo vas a desperdiciar? Tú elijes.
A fin de cuentas, puede que termines usando la frase de Phineas: "Ferb, ya sé qué vamos a hacer hoy", es decir, que te arrebaten las ganas de hacer cosas nuevas e interesantes. Y que la pregunta de cada día llegue a ser: ¿Qué voy a aprender hoy?"
Ahora, una breve opinión:
Tus padres quieren que vayas al cole. Por eso, te recuerdan que es hora de vestirse y alistarse. Pero obedecer a esa vocecita que oyes en tu mente parece ser más fácil: ¡No quiero ir al colegio!
¿A quién sueles complacer? ¿A la idea de no ir al colegio o la de ir porque realmente quieres ir? Sería muy raro encontrar a algún alumno con ilimitadas ganas de ir siempre al colegio. Con todo, por alguna razón, aún existen los colegios con grandes cantidades de alumnos... aunque a no pocos les gustaría estar en cualquier otra parte.
Piensa por un momento: ¿cuál pudiera ser la razón por la que algunos no quieren ir al colegio?... ¿Y qué hay de ti? ¿Tienes algún motivo personal para ir?
En realidad, si alguna vez te haces esas preguntas puede que obtengas, con el tiempo, algunas ventajas que jamás obtendrían los que nunca se las hacen.
Puede que hayas escuchado el dicho: No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige. Sí, es una frase muy larga, pero su significado se resume en 4 palabras: ¿Cuáles son mis metas? Es decir, qué quieres obtener luego de haber estado 11 años, sin contar el inicial o jardín, en el sistema educativo básico regular, sí, en ese lugar de tormento, de tormento para muchos, que llaman colegio.
Quizá, en mi caso, debí haberme hecho esa pregunta cuando estaba en el cole y así me hubiera ahorrado algunas penas. Afortunadamente, me hice esa pregunta, aunque algo tarde, pero ahora sé A dónde voy.
Nunca fui un alumno destacado en matemáticas ni en educación física. Sin embargo, abrazar libros y saborear el arte me devolvieron las ganas, al menos de hablar de este asunto, de ir a... sí, de ir de vuelta al colegio, pero esta vez ya no como alumno, sino como profe.
¡Qué paradojas tiene la vida!
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